Modelos de estrés asimétricos: cómo simular crisis sin sobreestimar la recuperación

Modelos de estrés asimétricos: cómo simular crisis sin sobreestimar la recuperación

En el análisis de riesgos financieros, los modelos de estrés son una herramienta esencial. Su función es sencilla en apariencia: simular escenarios extremos para ver cómo se comportaría una cartera si el mercado se enfrenta a una crisis. Sin embargo, en la práctica, muchos de estos modelos fallan en un punto clave: asumen que las caídas y las subidas siguen la misma lógica y velocidad.

La realidad es distinta. Los mercados financieros son asimétricos en sus movimientos, y la recuperación no suele ser un reflejo en espejo de la caída. Entender y modelar esa asimetría no es un matiz técnico menor; es una necesidad si queremos medir el riesgo real y diseñar carteras verdaderamente antifrágiles.

La ilusión de la simetría

En numerosos modelos tradicionales, se parte de la premisa de que un activo que cae un 20% y luego sube un 20% ha vuelto a su punto inicial. Pero esta es una trampa aritmética: si una acción vale 100 €, una caída del 20% la deja en 80 €. Para volver a 100 €, necesita subir un 25%, no un 20%.

Esa diferencia, aparentemente pequeña, se amplifica en caídas más severas. Una pérdida del 50% exige una recuperación del 100% para volver al punto de partida. Cuando los modelos no incorporan esta realidad, la percepción del riesgo queda distorsionada.

El problema con los escenarios de recuperación lineal

Muchos stress tests proyectan que, tras un evento extremo, los precios se recuperarán en un plazo predeterminado y con una pendiente parecida a la de la caída. Esto conduce a dos errores:

  1. Subestimación del tiempo necesario para recuperar el valor inicial.
  2. Exceso de confianza en la capacidad del mercado para rebotar rápidamente.

Históricamente, hay periodos donde la recuperación ha sido mucho más lenta que la caída. La crisis financiera de 2008, el pinchazo de la burbuja puntocom o incluso el desplome de mercados emergentes en los 90 son buenos ejemplos.

Cómo modelar la asimetría

Para capturar la verdadera dinámica de los mercados, los modelos de estrés deben incorporar tres elementos clave:

  1. Pendientes diferenciadas: asumir que la velocidad de caída es distinta a la de subida.
  2. Fases de consolidación: tras una recuperación parcial, los mercados suelen entrar en periodos laterales antes de retomar la tendencia.
  3. Impacto psicológico: las crisis dejan cicatrices en el comportamiento inversor, reduciendo el apetito por el riesgo durante meses o años.

Estos factores pueden integrarse en simulaciones usando datos históricos, pero con ajustes para escenarios más extremos que los observados.

Ejemplo práctico

Imaginemos una cartera compuesta al 60% por renta variable global y al 40% por bonos.

  • Caída simulada: un shock del -35% en renta variable y -10% en bonos, en un plazo de tres meses.
  • Recuperación simulada (modelo simétrico): se proyecta un rebote equivalente en tres meses.
  • Recuperación simulada (modelo asimétrico): se asume que la subida es más lenta, que hay un 20% de probabilidad de recaída intermedia y que los bonos tardan más en recuperar por subida de tipos.

El resultado es revelador: en el modelo simétrico, la cartera vuelve a su valor inicial en seis meses. En el modelo asimétrico, tarda 18 meses y con mayor variabilidad intermedia. La diferencia puede ser crítica para un inversor que depende de su capital a corto plazo.

Tackling the Vulnerability to Economic Crisis - Ideas Matter

La influencia de los ciclos macroeconómicos

La asimetría no solo proviene de la mecánica matemática de las caídas. Factores macroeconómicos también juegan un papel decisivo:

  • Políticas monetarias: los bancos centrales pueden tardar en revertir medidas restrictivas.
  • Cambios estructurales: una crisis puede acelerar la desaparición de sectores o empresas.
  • Reasignación de capital: los inversores pueden optar por no volver a ciertos activos aunque el mercado general se recupere.

Estos elementos implican que, tras una crisis, el mercado no siempre “vuelve” al estado anterior; a veces se transforma en algo distinto.

Ventaja estratégica: carteras antifrágiles

Una cartera antifrágil no solo resiste choques; se beneficia de ellos. Para lograrlo, los modelos de estrés asimétricos son especialmente útiles, porque obligan a:

  • Incorporar activos que se comportan de forma opuesta en crisis prolongadas.
  • Mantener liquidez estratégica para aprovechar caídas sin depender de una recuperación inmediata.
  • Evitar concentraciones excesivas en sectores vulnerables a recuperaciones lentas.

Métricas complementarias

Además del drawdown máximo, los inversores deberían medir:

  • Tiempo de recuperación (Time to Recovery): cuánto tarda un activo en volver a su máximo anterior.
  • Ratio de asimetría: relación entre la pendiente de caída y la de recuperación.
  • Probabilidad de recaída: estimación de un nuevo mínimo antes de la recuperación total.

Estas métricas ayudan a dimensionar el riesgo real y a evitar expectativas poco realistas.

Casos reales

  • Nikkei japonés (1990–2023): tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y bursátil, el índice tardó más de 30 años en acercarse a sus máximos previos.
  • Oro (1980–2007): tras su pico en 1980, el metal tardó 27 años en recuperar su precio ajustado a la inflación.
  • Criptomonedas (2018–2020): después del desplome de finales de 2017, Bitcoin necesitó casi tres años para alcanzar un nuevo máximo histórico.

Estos ejemplos demuestran que las recuperaciones rápidas son la excepción, no la norma.

Implementar modelos de estrés asimétricos sin ser experto en programación

No es necesario desarrollar un algoritmo desde cero. Herramientas como Excel, Python con bibliotecas financieras o incluso simuladores online permiten crear proyecciones diferenciando la velocidad de caída y recuperación.

El truco está en no usar una única curva de rebote, sino en construir escenarios alternativos: recuperación parcial, lateral prolongado, recaída antes del máximo… y asignarles probabilidades.

Conclusión

Los modelos de estrés asimétricos ofrecen una visión más realista del riesgo porque reconocen que los mercados no se recuperan al mismo ritmo al que caen. Esta aproximación evita la falsa sensación de seguridad que dan los modelos simétricos y permite diseñar carteras más resistentes —o incluso beneficiadas— ante crisis prolongadas.

Al final, la clave no está en predecir exactamente cuándo ocurrirá la próxima crisis, sino en asegurarse de que, cuando llegue, nuestra estrategia no dependa de una recuperación que podría tardar mucho más de lo que nos gustaría.

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